A favor de un barco pequeño:
- Plazas de puerto: siempre hay. Los barcos grandes, en los sitios muy concurridos, a menudo no encuentran amarre libre.
- Economía, tanto en el consumo de combustible como en las marinas, que cobran por eslora.
- Facilidad para que te dejen amarrar provisionalmente en cualquier sitio para hacer unos recados en tierra, aunque no vayas a quedarte a pernoctar. No tener zodiac incluso lo facilita: ¡cómo van a decirte que no te amarres en un rincón para ir a por víveres o combustible!.
- Acceso a sitios imposibles. Un barco pequeño, y sobre todo de orza abatible, llega a sitios inverosímiles. Hemos estado en calas y esquinas de puertos donde se tocaba el fondo con el bichero, y en puertos que en bajamar casi se secan. El mismo Canal de Midi, que en teoría está dragado a 1,5 metros, lo está en la mitad del canal, pero en las orillas a menudo hay 30-40 cm de agua. Un barco grande no podría haber amarrado en los sitios paradisíacos del canal donde hemos estado nosotros.
- Posibilidad de, en caso de incidente grave, regresar por carretera. Era nuestro "Plan B" si hubiéramos tenido un problema técnico grave, un accidente, o un problema legal con los permisos del Canal de Midi: subir el barco en un camión o en un remolque y traerlo a casa por carretera.
- Motor fueraborda: aunque el Selva, que estaba recién estrenado, no ha fallado, las reparaciones de un fueraborda son más sencillas, se puede trasladar al taller de cualquier pueblo cercano, y en el peor de los casos es fácil de sustituir.
- Facilidad en el mantenimiento: la navegación a vela exige ser autosuficiente y conocer bien tu barco. En 3 meses hemos hecho 40 "chapuzas" o bricolajes en las velas, el motor, la jarcia o el casco. En un barco grande se multiplican los problemas electrónicos, y las reparaciones mecánicas y de la jarcia se complican por las enormes proporciones de los elementos que hay que reparar y las fuerzas que aguantan.
- Menos comodidades. La vida en un barco pequeño es como en una tienda de campaña, se resienten las comodidades y la intimidad. Hay que resignarse a ducharse en la bañera o bañarse en el mar, a la estrechez de la cabina, la limitación del espacio de estiba, etc. A pesar de ello, y tal vez porque nos conocemos de antiguo, hemos estado casi la mitad del viaje 4 ó 3 personas a bordo sin problemas.
- Afrontar la meteorología adversa. Lógicamente las grandes olas o los fuertes vientos se llevan peor. Pero se compensa con una buena planificación y evitando los días peores. Ello exige un viaje sin prisas y una información meteorológica precisa.
- En el caso del Tonic 23, ya conocíamos su tendencia a derivar hacia babor en marcha atrás, debido a la posición lateral del fueraborda. Nos ha dado problemillas en el Canal de Midi cuando una esclusa estaba ocupada y había que mantenerse parado en el sitio mientras se desocupaba, dando la popa a la corriente del canal.
Saludos.