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martes, 1 de mayo de 2018

La línea de vida de arrastre

Hola navegantes.

Igual de importante que las líneas de vida de a bordo es la línea de vida de arrastre. Consiste en llevar siempre por la popa un cabo arrastrando. El Corto Maltés tiene ya miles de millas en la estela y todas las he hecho con un cabito arrastrando por la popa. Debe ser de nylon para que flote y no se trabe en la hélice, y tener un nudo cada dos metros más o menos, para que no se te escurra de las manos. Es el último recurso si te caes al agua sin estar amarrado por el arnés (mal hecho, pero así son los accidentes) y no quedarte abandonado en mitad del mar mientras ves alejarse tu velero. Hemos probado varias veces que es posible agarrarse a él y remontarlo, nudo a nudo, hasta llegar al espejo de popa. En el Corto Maltés mide unos 30 metros, lo que a 4 nudos significa que dispones de unos 15-20 segundos para reaccionar y agarrarte. Tiempo más que suficiente, y eso si nadie se da cuenta de que te has caido. Si el que se queda a bordo se da cuenta, suelta las escotas para frenar el barco o lo pone al pairo, el tiempo para reaccionar es muchísimo mayor. En la foto, El Corto Maltés abandonando Elba, con la línea de vida arrastrando.


Los errores más habituales con la línea de vida de arrastre son:

1) No poder soltar la escalerilla desde el agua. La mayoría de las escalerillas de popa se tienen amarradas con algún sistema para no arrastrarlas mientras se navega, y esos sistemas de anclaje se manejan desde la bañera. Si no puedes soltarla desde el agua no puedes subir a bordo aunque hayas alcanzado el espejo de popa. Yo trasladé el gancho de sujeción a uno de los peldaños inferiores, para alcanzarlo desde el agua:


 y  cambié el gancho cerrado, que necesita las dos manos, por un sistema de ojal que se puede soltar con una sola (a la izquierda el nuevo, de ojal, y a la derecha el antiguo, de gancho):



2) Amarrar la línea de vida en el lado contrario a la escalerilla. Así la llevaba yo en el Corto Maltés hasta que comprobé que se podía llegar hasta el espejo de popa nudo a nudo, pero que una vez allí, con el barco en marcha, era casi imposible pasar al otro lado de la pala del timón, y menos aún manipular el sistema para descender la escalerilla.

3) Olvidarte del fueraborda si está en marcha. En el Corto Maltés el fueraborda está en el mismo lado que la escalerilla, a estribor, y si llego a la escalerilla estaría flotando pegado a la hélice, que puede lesionarme. Es peligroso intentar quitar desde el agua el sistema de seguridad ("hombre al agua") porque lo harías muy cerca de la hélice. Lo único práctico es utilizar el extremo de la propia línea de vida para acercarla a la hélice, que la trabe y pare el motor. Una vez parado, como ya estás en el agua aprovechas para quitarla.

4) Olvidar que llevas la línea de vida al cruzarte con otros barcos, o al entrar a puerto. Si un barco a motor te corta la estela puede trabar el cabo con su hélice. Y es muy habitual olvidarte de recogerlo al llegar a puerto, y cuando alguien te avisa tienes que ponerte a recogerlo en mitad de la maniobra de amarre, complicándolo todo.

5) Creer que porque el cabo es flotante no puede trabarse con la hélice. Aunque es menos probable que si el cabo se hunde, un cabo flotante también puede trabarse en la hélice. Si estás encalmado y arrancas el motor, al meter avante la cavitación que genera la hélice puede absorber el cabo hacia abajo y engancharlo. Me ha pasado algunas veces. Hay que meter avante apartando la línea de vida con el bichero.

6) Olvidarte de la línea de vida en las encalmadas o al ponerte al pairo. En estos casos la perdida de velocidad puede hacer que la línea de vida se acerque al barco (en realidad es al revés: el barco retrocede y se echa encima de la línea de vida) y se organiza la flor del lío con la orza. También me ha pasado, y luego es un follón destrabarlo todo con el bichero y con distintas maniobras de cambio de rumbo.

Como lector habitual de revistas de náutica siempre me ha sorprendido que casi nadie lleve este sistema de seguridad, que puede salvarte la vida. Y he comprobado que la mayoría de las situaciones de "hombre al agua" se habrían resuelto inmediatamente de haber llevado esa línea de vida, que siempre es útil salvo que el náufrago está inconsciente, por ejemplo por haber recibido una golpe en la cabeza.

Por mi experiencia con otros navegantes que han pasado por el Corto Maltés la principal pega que le ven es la sensación de que "te frena", porque efectivamente al recoger la línea de vida sientes que "tira" mucho. Pero claro, nos falta la comparación con lo que "tira" la totalidad de barco (en el Corto Maltés, una masa de 1.500 kg abriendo el agua a su paso) y tenemos que hacer un acto de fe en lo que está publicado de la resistencia de otros objetos arrastrados, o más sencillamente mirar en nuestro GPS si disminuye la velocidad al echar la línea de vida. En el GPS de a bordo no se nota. Y hay otros dispositivos de arrastre, como los hidrogeneradores o las colas del fueraborda, que se ha calculado que frenan al barco sólo unas tres décimas de nudo. Si un hidrogenerador lo frena eso, un cabito arrastrando por la superficie lo hará unas centésimos de nudo, algo despreciable en una travesía.

Navegando conocemos sitios que harían palidecer a un comerciante de postales. No merece la pena echarlo a perder por una caída al agua.

1 comentario:

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